Es Castell
Conocido como el primer pueblo de España que percibe la salida del sol, una denominación bastante mágica para describir a este pueblo encantador que no podemos dejar de visitar. Su creación fue parte de la época de invasiones, siendo uno de los puntos estratégicos.
Su arquitectura se caracteriza porque fue dominada por los ingleses, ya que sus ventanas de guillotina y cuarteles permanecen en el pueblo con fines históricos. Es imposible no prestar atención a lo más precioso de este pueblo.
Durante la segunda ocupación de la isla por parte de los británicos, se decidió trasladar a los habitantes de S’Arraval Nova (el núcleo que rodeaba el Castillo de Sant Felip) a una nueva parte. Las calles de Es Castell en Menorca – originalmente llamadas Georgetown – crecieron alrededor del patio de armas que hoy conocemos como la Esplanada. En este núcleo urbano, los cuarteles revelan el origen militar de la ciudad incluso después de haber cambiado su uso (el cuartel de ingenieros alberga ahora el Museo Militar). La monotonía de los grandes bloques blancos de la arquitectura militar sólo se rompe con el edificio del Ayuntamiento, pintado de rojo y con una torre que sobresale de su fachada principal. Es interesante la plazuela interior, con dependencias a su alrededor que se utilizaron como mercado de la carne y escuela infantil hasta que se recuperó para los fines de la administración local.
La misma ubicación de la iglesia parroquial del Roser, a las afueras del casco urbano, muestra las prioridades de quien diseñó el pueblo. La iglesia se empezó a construir en 1777 en estilo neoclásico, pero su interior alberga un retablo de piedra que data de una época muy anterior.
Las recientes obras civiles en Es Castell se han centrado en la recuperación de espacios frente al mar que habían ido perdiendo importancia en otras épocas, como el Moll d’en Pons, Cala Corb o el Moll de l’hospital. De este modo se pone de relieve el papel del mar en el urbanismo original, donde las calles principales daban a la costa y las casas individuales -muchas de las cuales siguen en pie- tenían grandes jardines con vistas al mar interior del Port de Maó. Hasta ahora, y sin duda en el futuro, Cales Fonts puede presumir de tener el único paseo marítimo real. El antiguo puerto de pescadores fue una de las primeras partes de la isla reconvertidas para el turismo: bares y restaurantes ocupan las cuevas que fueron almacenes y refugios y sus terrazas se levantan donde antes se remendaban las redes de pesca. El ruido y el bullicio de los meses de verano no afectan a la popularidad de este lugar, incluso después de que aparezcan en escena otros polos de atracción. No hay competencia de la diminuta Cala Pedrera, sin apenas arena, escondida entre las urbanizaciones de Santa Ana y Sol del Este, ni de Cala Corb, que se adentra en el mismo casco urbano. Sin embargo, la mejora de todos estos espacios renovará sin duda la imagen de la ciudad.