Alaior
El pueblo de Alaior, también nombrado como Alayor, fue construido como refugio de los habitantes que podían sufrir riesgos de ataques por invasores de la época. Si bien, este pueblo nace por dos iglesias muy importantes actualmente.
La última parada, y la más grande localidad de Menorca, es un pueblo muy bonito para visitar. Si quieres disfrutar de unas vacaciones tranquilas, arquitectura impecable llena de magia y conocer personas nuevas, visitar Alaior será una gran opción. Esta parte de la isla tiene estilo propio, donde el ocio es parte de las noches en este lugar.
Este pueblo (como merece llamarse Alaior en Menorca desde que Alfonso XII le concedió el título) fue creado por deseo expreso de otro rey, Jaime II de Mallorca, en 1304, cuando ya existía la parroquia de Santa Eulària y para agrupar a los habitantes dispersos en la zona periférica. Se documenta la existencia previa de una alquería llamada Ihalor en la zona, nombre que se suele utilizar en lugar del actual.
A lo largo de la historia siempre ha mantenido su independencia, casi siempre al margen de las órdenes que Ciutadella o Maó trataron de imponerle, conformándose con la posición terciaria tras ellas en la interminable batalla por el papel de ciudad principal. Esta independencia, que aún defiende, la consiguió con su institución universitaria fundada en 1439, título que durante más de trescientos años garantizó su autogobierno a nivel municipal.
Se puede afirmar que el turismo se introdujo en la isla por Alaior: la urbanización de Cala’n Porter fue la primera y la de Son Bou no demoró en llenar las páginas de los primeros folletos de viajes en los que aparecía Menorca. Sin embargo, esta actividad prioritaria no se nota mucho en el casco urbano, quizá porque algunos kilómetros de paisaje casi virgen lo separan de sus urbanizaciones satélite. Al mencionarlo, las afueras de la ciudad son estupendas para hacer excursiones en bicicleta, sobre todo hacia el norte, donde uno de los puntos que merece la pena visitar es la ermita de Sant Llorenç de Binixems, tradicional destino de las procesiones locales.
El reciente ensanchamiento de la carretera principal ha ocultado un poco la imagen que antaño ofrecía, pero quien se adentre en Alaior desde Maó podrá seguir contemplando la «sempiterna» vista de una ladera de casas coronada por su principal templo de culto. Domina e impone la iglesia de Santa Eulària, construida en la parte más alta del pueblo para ganarse el respeto y la obediencia, simbólica o no, por el papel que juega o jugó en la vida del pueblo. La primera obra data del siglo XIV, pero hubo una reconstrucción en el siglo XVII que correspondió a los detalles barrocos. Un poco lúgubre en su interior, el exterior deslumbra por contraste, expuesto al sol que lo ilumina y a los vientos, pero tan sólido y bien encajado como se puede apreciar en algunos aspectos del edificio: las curiosas torretas de la fachada principal o los contrafuertes, que refuerzan su aspecto de castillo.
Sant Diego, iglesia y convento franciscano, es otro de los edificios destacables. Su antiguo claustro, conocido como el Pati de la Lluna, es especialmente bello, incluso con su separación en viviendas (y se están dando pasos para convertirlo en un espacio público de usos variados). El edificio de Can Salort, lleno de carácter, alberga actualmente una parte de la UIB, la Universidad de las Islas Baleares.
Un paseo detallado le permitirá descubrir no sólo lo más evidente e inmediato -las calles que conforman lo que siempre ha sido «el centro», las más cercanas a la Plaça Nova, el Carrer Major o el Ayuntamiento, con una imponente entrada-, sino también las vistas que se tienen desde sus límites históricos. Cerca de la iglesia se encuentra el Munt de l’Àngel, con su torre de agua que compite con dos antiguos molinos y la plaza que forma a la vez un aparcamiento y un mirador. Se mira hacia el sur y el este y, más allá, hacia el barranco interrumpido por los huertos. Esta vista hacia el sur descubre un horizonte azul. De hecho, desde Alaior se puede ver el mar.
Todavía en el noreste urbano, otra plaza sombreada por pinos, la de la ermita de Sant Pere, marca la salida del cementerio, con Es Cós como dirección obligada. En este paseo sobre otra pendiente, hoy orientado hacia el polígono industrial, tienen lugar las carreras de caballos de las fiestas, y es el último camino de la localidad para los habitantes de Alaior. Las cornisas de los muros de piedra que lo flanquean ofrecen al público una tribuna elevada desde la que ver la competición ecuestre.
Aunque la comarca es conocida principalmente por su vinculación con la industria turística y, en segundo lugar, por la fabricación de calzado -con marcas de renombre mundial-, no se ha perdido su vínculo original con el campo y las tareas rurales. La feria agrícola y ganadera anual, con concursos de razas y exposiciones de maquinaria, refleja la vitalidad de la industria láctea, directamente vinculada a estos sectores. Los fabricantes de queso han modernizado los métodos de producción y ampliado enormemente sus mercados, y como todas las marcas ofrecen productos de una calidad incuestionable, la compra de este producto típicamente menorquín para consumo propio o como recuerdo o regalo es muy recomendable.
Detalles de Alaior
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Población
9.477 habitantes
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Gentilicio
Alayorensa, alayorense
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Situación