Fornells

Es el mejor lugar de Menorca para disfrutar de pescados y mariscos, además, mantiene colores vivos en su paisaje independientemente de la época del año que se encuentre. Una de las paradas obligatorias en este pueblo es la Torre de Fornells, que cuenta con un peso histórico importante, siendo construida en el siglo XIX.

La bahía de Fornells, en Menorca, hechiza a quien la contempla un segundo de más. Refugio de los pescadores que regresan del mar embravecido, su papel protector se ha extendido a la masificación estival: dispara frases emotivas para llenar postales, mece los esfuerzos de los principiantes que se enfrentan a los vientos en tablas de surf o en pequeñas embarcaciones y distrae la digestión de los gastrónomos. Es como un enorme lago de agua salada colocado a propósito para relajar los sentidos. Es el escenario y el alma de este pequeño pueblo que transmite paz y calma y que, sin embargo, surgió al amparo de una fortaleza, el Castillo de Sant Antoni. Al igual que el Castillo de Sant Felip, a la entrada del Port de Maó, y por las mismas razones estratégicas (en contra, claro está, de quienes habían recomendado su construcción), sucumbió a las piquetas. Sólo quedan algunos de sus almacenes, que aparecen junto a la orilla cuando entramos en el pueblo, y que no pueden confundirse con la solidez que comunica la restaurada torre de vigilancia británica que vigilaba la entrada de la bahía.

Desde su privilegiada posición, Fornells es ideal como base de operaciones para realizar excursiones marítimas por la costa norte, un litoral en el que se alternan deliciosos rincones con durísimos surcos costeros. También es el destino de todos los amantes de la buena mesa, que a veces llegan incluso de las otras islas, atraídos por el aroma humeante de las deliciosas calderetes de llagosta (muchos restaurantes se encargan de promocionar este plato).

Las diminutas calas escondidas en la orilla opuesta al pueblo -desde donde también se puede intentar recorrer la Mola de Fornells, protegida como espacio natural- o las antiguas salinas, en la punta más interna de la bahía, son otras de las muchas posibilidades atractivas que ofrece la zona. Para llegar a estos lugares hay que atravesar el tramo acuático, lo que se puede hacer en tablas o kayaks de alquiler, ya que el agua suele estar tranquila y la navegación es fácil aquí.

La bahía y el puerto, es igual, un buen lugar para tomar fotos y relajarse. Este pueblo de pescadores mantiene el deporte y la pesca como tradición. Disfruta de la hermosa vista con casas blancas que combinan perfectamente con el cielo azul.